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28 de junio de 2018 Comunicado de Prensa

La deuda histórica de Honduras a 9 años del golpe de Estado

San José, 28 de junio del 2018.- En Honduras, el golpe de Estado del 28 de junio del 2009 fracturó aún más el tejido social, aumentó la desprotección de los grupos históricamente excluidos a la vez que fortaleció las estructuras que promueven la corrupción y la impunidad. Sus consecuencias todavía persisten.

En este contexto cabe recordar que ocurrieron asesinatos, miles de detenciones arbitrarias, actos de tortura, tratos crueles, inhumanos y degradantes, así como numerosas amenazas, criminalización y hostigamiento contra quienes defendieron la democracia. Ninguna autoridad ha sido sancionada por estos hechos.  

Tres miradas al Golpe de Estado

En este noveno aniversario del golpe de Estado, las palabras de sus protagonistas y de quienes luchan por reconstruir su país recuerdan las secuelas del golpe y las amenazas que enfrenta hoy en día la sociedad hondureña; asimismo reclaman la obligación del Estado de investigar, juzgar y sancionar a los responsables de las violaciones de derechos humanos, y de combatir efectivamente la corrupción y la impunidad.

 

Bertha Zúñiga – Consejo Cívico de Organización Populares e Indígenas de Honduras (COPINH)

“El golpe de Estado del año 2009 cambió abruptamente el destino de Honduras, con la ebullición de la presencia de fuerzas de seguridad que atacan a los pueblos en resistencia; con la acelerada entrega de los territorios; y con la intolerancia a la resistencia del pueblo. 

Con esa frágil democracia se han expuesto la integridad y los derechos de quienes luchan por la vida justa y digna.

Hoy, el golpe tiene grandes secuelas que, en el proyecto impositivo, hace difícil pensar en un futuro de sosiego, de justicia, de participación popular y libre de corrupción en el que no se tema por nuestras propia existencia”.

 

Joaquín Mejía – Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación (ERIC)

“En 2009, la construcción de un auténtico Estado de derecho y de un régimen democrático se resquebrajó gravemente con el golpe de Estado. 

La continuidad de esta ruptura del orden constitucional está teniendo un fuerte impacto en la garantía de los derechos humanos, cuya situación es sumamente grave y se traduce en violencia extrema, en desaparición de personas, en detenciones arbitrarias, en torturas y tratos crueles, inhumanos o degradantes, y en un entorno peligroso para quienes defienden los derechos humanos. 

Hasta el momento, las graves violaciones a derechos humanos cometidas durante el golpe de Estado se mantienen en la impunidad y se suman a la deuda histórica que el sistema de justicia tiene con las víctimas de los casos de las 184 personas desaparecidas, de los abusos cometidos por militares en los años 80, y de los crímenes documentados en el contexto de la crisis post-electoral. Como lo plantea el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACNUDH), esta situación probablemente se deteriorará aún más, a menos “que se adopten reformas para abordar la profunda polarización política y social del país”.

El Estado hondureño debe investigar y sancionar a los responsables intelectuales y materiales de las violaciones de derechos humanos, reparar a las víctimas y detener el círculo vicioso de la impunidad que promueve la repetición crónica de los abusos a derechos humanos. La comunidad internacional no puede continuar considerando lo que pasa en Honduras como una “crisis de segunda clase” frente a otras crisis como la de Venezuela, México o Nicaragua”.

 

Guillermo López Lone – Coalición Contra la Impunidad

“(…) El golpe nos dejó un país confrontado, partido en su tejido social, (…) dos Honduras que conviven hoy en un mismo territorio. Y que, más temprano que tarde, la Honduras histórica, la golpeada, se levantará, para recomponer y reconstruir en clave democrática la institucionalidad.

No hay duda que el Golpe nos sigue doliendo. Por las constantes violaciones de derechos humanos, por la cooptación de las instituciones, por la larga lista de defensoras y defensores que han sido asesinados; por los atentados a la libertad de expresión, los comunicadores y las comunicadoras asesinadas.

Pero no nos han derrotado. Día a día crece el descontento social, y el arco de la oposición se expande y fortalece con las y los jóvenes que nacieron a la vida política marcados por la ruptura constitucional. El golpe también les robó las oportunidades y esperanzas de prosperar en su país de origen y aún así, se han propuesto rescatar a Honduras”.