Perseguidas por defender y resistir | Capítulo Honduras
25 de septiembre de 2024.- La defensa de los derechos humanos ha estado marcada históricamente por la persecución, la violencia y la criminalización de quienes la llevan a cabo. A través de las múltiples historias de lucha por la justicia en la región mesoamericana, se ha puesto de manifiesto que las mujeres enfrentan violencias y formas de criminalización específicas, con efectos diferenciados, determinados por las diversas opresiones que viven a diario en sus cuerpos y en los territorios donde desarrollan sus actividades de defensa. La situación de injusticia económica y social, la racialización, la pertenencia a disidencias sexuales y otras discriminaciones relacionadas con la edad y la discapacidad, entre otras, se intersectan y complejizan de manera negativa la acción concreta de las defensoras.
El creciente autoritarismo y la falta de independencia en el sistema de justicia convierten a los países de la región mesoamericana en tierra fértil para la criminalización. Por otro lado, crisis, como la derivada de la sindemia de la COVID-19, han agudizado aún más esta situación, pues con el pretexto de salvaguardar la vida, la salud y el orden social se ponen en marcha o se profundizan procesos de militarización y de restricción de derechos y garantías, así como un incremento de las violaciones a los derechos humanos, las cuales se han llevado a cabo de manera cada vez más violenta.
Estos aspectos no son menores para la presente investigación, pues al haberse desarrollado ésta en el marco de la sindemia, se pudo observar que, a pesar del aislamiento social, la criminalización de las defensoras de derechos humanos no sólo no se redujo sino que, por el contrario, se incrementó.
De ahí que, con la intención de documentar y analizar las diversas violaciones a los derechos humanos que la criminalización implica, mediante esta investigación recogemos y mostramos los saberes y experiencias de las defensoras de derechos humanos en tres países de la región mesoamericana: Honduras, México y Nicaragua, profundizando este documento en la situación del primero de ellos.
Esta investigación ha sido desarrollada desde una mirada feminista e interseccional que quiere dar cuenta de cómo las desigualdades que viven las mujeres condicionan su experiencia de criminalización y de cómo, a su vez, las diferentes condiciones en las que viven determinan cómo les afecta y cómo la enfrentan. Para ello, este estudio parte en su análisis del enfoque de género, lo que nos permite visibilizar cómo operan las relaciones de poder entre los géneros y superar el androcentrismo que universaliza y homologa el concepto de persona con el de varón. Al mismo tiempo, este enfoque obliga a especificar las diferencias genéricas entre los seres humanos para tener una visión compleja de cómo se violan derechos de las defensoras y generar, ante estas violaciones, una atención integral.
Por otro lado, la perspectiva interseccional ayuda a visibilizar que, si bien todas las defensoras se enfrentan potencialmente a la criminalización, existen diferencias en la forma en que se ejerce y en cómo impacta en sus vidas. En tal sentido, en el presente estudio se observó que cuando son indígenas o garífunas o defensoras de los derechos de la comunidad LGBTTTIQ+ o personas que se agrupan en estas identidades sexogenéricas, las múltiples violencias a las que se enfrentan las alejan aún más de la posibilidad de que sus derechos sean garantizados. Todo ello obliga a que la experiencia de las lideresas deba ser entendida desde una perspectiva situacional, relacional y contextual.
Las mujeres que participaron en este estudio indicaron que, en la actualidad, la criminalización es consecuencia del avance del neoliberalismo, del desarrollo capitalista voraz expresado en el extractivismo que atraviesa todas las comunidades y territorios, así como de los gobiernos corruptos y conservadores que son parte del contexto de sus países. Para comprender el escenario complejo en el que las defensoras desarrollan su trabajo, es necesario entender que dichas desigualdades se relacionan con otras violencias estructurales como las racistas, heterosexistas, capitalistas, extractivistas y ecocidas, que no sólo afectan a las mujeres en lo individual, sino a comunidaes enteras, incluyendo a hombres sin privilegios y personas disidentes sexuales.
Asimismo, la investigación también busca visibilizar y analizar las espiritualidades de los pueblos y comunidades y de las defensoras, así como otras expresiones de resistencia frente a la criminalización, comprendiendo que, por ejemplo, las defensoras están luchando también por conservar el cúmulo de saberes y experiencias desde sus sentipensares y cosmovisiones. A partir de ahí, las luchas nos llevan a otros niveles de discusión y de análisis, así como a la generación de acciones y mecanismos de protección integral que respondan a sus contextos específicos. Por ello, uno de los objetivos de esta investigación es comprender los patrones de criminalización que viven las defensoras de derechos humanos y los impactos de los mismos en sus cuerpos, en sus vidas en sus luchas, develando también las relaciones de poder imbricadas en los procesos que enfrentan en la región mesoamericana, específicamente en Honduras, México y Nicaragua.
La investigación analiza el contexto regional y nacional del fenómeno de la criminalización, para a partir de éste adentrarse en el análisis de la experiencia de criminalización de las defensoras de derechos humanos y los impactos de ésta en sus entornos personales, familiares, organizativos y comunitarios. Finalmente, se analiza cómo las defensoras resisten a las múltiples violencias que el sistema colonial, patriarcal, capitalista y heteronormativo ejerce contra las mujeres a través de su criminalización.