6 de febrero de 2025 Comunicado de Prensa

Corte IDH examina en audiencia pública la persecución, acoso judicial y asesinato del defensor de derechos humanos colombiano Jesús Ramiro Zapata

  • Jesús Ramiro Zapata, maestro, sindicalista y defensor de derechos humanos del nordeste antioqueño, fue asesinado a pesar de contar con medidas cautelares otorgadas por la CIDH 
  • Este caso aborda directamente el acoso judicial contra quienes defienden derechos humanos en Colombia 
  • Cajar y CEJIL han solicitado a la Corte IDH que declare al Estado colombiano responsable del asesinato de Jesús Ramiro Zapata y adopte una serie de medidas de reparación, entre ellas, para prevenir el acoso judicial a defensores de derechos humanos. 

 

“…si volviera a nacer, haría lo mismo que he hecho”.
Jesús Ramiro Zapata

San José de Costa Rica, 6 de febrero de 2025. – La Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) celebró ayer la audiencia por el caso Jesús Ramiro Zapata vs. Colombia, en la cual se evaluaron el acoso judicial, las amenazas y posterior asesinato del docente, sindicalista y defensor de derechos humanos. Este caso, litigado por el Colectivo de Abogados y Abogadas “José Alvear Restrepo” (Cajar) y el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL), es el primero en el que se aborda directamente el acoso judicial contra personas defensoras de derechos humanos en Colombia. 

 Jesús Ramiro Zapata, cofundador del Comité de Derechos Humanos de Segovia, denunció la colaboración entre fuerzas paramilitares y agentes estatales en crímenes ocurridos en la región durante las décadas de los 80 y 90, como las masacres de Segovia de 1988, 1996 y 1997. A pesar de contar con medidas cautelares otorgadas por la CIDH, Zapata fue asesinado en mayo de 2000. Su muerte fue atribuida a grupos paramilitares, con el conocimiento y la connivencia de las fuerzas del Estado, en un contexto de creciente violencia y persecución contra personas defensoras de derechos humanos. 

Jesús Ramiro sufrió una escalada de violencia para silenciar sus denuncias, incluyendo acciones de acoso judicial basadas en falsas acusaciones de vínculos con la guerrilla. Fue investigado en seis ocasiones en un periodo de tres años. Gisela de León, de CEJIL, destacó “la sola existencia de múltiples denuncias en contra de una persona la obliga a dedicar atención, tiempo y recursos para su defensa. Esto sin duda afectaba la capacidad de Jesús Ramiro de defender los derechos humanos”. 

Este caso ejemplifica el impacto de la guerra contra quienes defendían derechos humanos en el nordeste antioqueño en Colombia.  Con su muerte, no solo se silenció la voz de un defensor de derechos humanos, sino la de todo el movimiento de derechos humanos de Segovia y del nordeste antioqueño.

Su asesinato subraya la violencia e impunidad contra personas defensoras de derechos humanos en Colombia, un país que sigue siendo el más peligroso para quienes luchan por la justicia. En 2023, de acuerdo con Frontlines Defenders, 142 personas defensoras fueron asesinadas. En este contexto, Jomary Ortegón, vicepresidenta de Cajar, señaló que “a casi 25 años del homicidio, no existe ni un solo responsable condenado, y la única vinculación ocurrió 21 años después, con una investigación que se cerró el año pasado. Esto es un claro indicador de la impunidad total en la que se mantiene el caso”. 

Durante esta fase, se presentaron testimonios de compañeras y compañeros de Jesús Ramiro y una serie de peritazgos, que destacan el impacto colectivo del acoso judicial contra las personas defensoras de derechos humanos, los efectos de la criminalización, la denegación de justicia y la importancia del acceso a archivos de inteligencia militares.

Por todo ello, las organizaciones solicitaron a la Corte IDH que se realice una investigación exhaustiva sobre la ejecución extrajudicial de Zapata y se implementen medidas para prevenir el acoso judicial a defensores, como la creación de un mecanismo para identificar procesos judiciales espurios. Además, pidieron la desclasificación y publicación de la información de inteligencia estatal sobre Zapata y su entorno, así como que la escuela en la que trabajaba reciba su nombre como homenaje póstumo. 

 

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