8ca30253-edcd-47ee-a214-91009972e6dc_w1023_r1_s
26 de octubre de 2018 Blog Por

Sembrando el miedo en Brasil

Ler no texto original em português

Miedo, ansiedad y depresión son los síntomas de lo que está pasando con los defensores/as en Brasil. No solo porque es el país que mata más defensores en el mundo, de acuerdo con la información de Global Witness, sino porque este terrible escenario puede empeorarse por los posibles resultados de las elecciones presidenciales del 2018.

El candidato presidencial, Jair Messias Bolsonoaro, un capitán de la armada retirado, ha alabado en entrevistas la dictadura militar, abiertamente ha profesado ser pro tortura tiene una agenda de abuso hacia las minorías y desvalora los Derechos Humanos. En varias ocasiones el candidato anunció que “el error de la dictadura fue torturar, no matar”. También porta un arsenal de mensajes homofóbicos, misóginos y racistas. Bolsonaro se ha declarado a sí mismo como homofóbico y que preferiría tener a un hijo muerto, que uno homosexual.

Como un abogado de CEJIL, he litigado varios casos de serias violaciones a los derechos humanos ante el sistema Interamericano. En este rol, trabajé directamente con algunos casos históricos de deuda y crímenes de la dictadura militar en Brasil. Brasil es uno de los pocos países del continente americano, donde la justicia transicional no ha empezado. A diferencia de algunos países vecinos, como Argentina, Uruguay y Chile, Brasil nunca ha investigado, procesado o castigado a ningún militar por crímenes cometidos durante la dictadura.

Uno de los crímenes más emblemáticos fue la ejecución del periodista Vladimir Herzog. El 25 de octubre de 1975, el director periodístico de TV Cultura fue llevado a testificar a los establecimientos de la armada en la ciudad de Sao Paulo, debido a su vinculación al Partido Comunista Brasileño. Esa misma tarde, Herzog fue asesinado. La historia publicada por las autoridades es que el periodista cometió suicidio, modificando una foto en la que él aparecía colgándose a sí mismo, como un símbolo de petulancia por parte del régimen.

Tomo más de 40 años para que la Corte Interamericana de Derechos Humanos reconociera en Julio de 2018, que la muerte de Herzog fue un acto de tortura. En este hecho histórico, la Corte señalara que los crímenes cometidos por agentes del Estado brasileño durante la dictadura militar eran crímenes en contra de la humanidad -una categoría internacional de crímenes de seria gravedad-, y por lo tanto no estarían sujetos a amnistías, u otras protecciones legales

Sin embargo, estos logros democráticos se encuentran amenazados. Todo porque el candidato que lidera el voto presidencial no solo alaba a los torturadores, sino porque también dice que la solución para Brasil será asesinar 30.000 personas. Si es elegido, Bolsonaro sería responsable de elegir a tres ministros STF and un nuevo Procurador General. El establecimiento de los miembros judiciales y el MPF, declara que estas instituciones no podrían contener el avance del autoritarismo desde el marco legal impuesto. Nosotros solo podemos imaginar el daño potencial que puede haber en los años futuros al obtener la mayoría en entes legislativos

Ilustro el escenario actual para decir que no tengo miedo, pero si temo lo que puede pasar en el futro. Como un hombre homosexual, abogado y activista de los derechos humanos, que directamente actuó para obtener justicia en crímenes realizados por la dictadura, no tengo duda de ser uno de sus objetivos principales. Temo por mi vida y la vida de mis compañeros, porque después del primero de Enero de 2019, los defensores de derechos humanos seremos objetivos principales en Brasil.

Trato de mantener la calma, porque la lucha debe continuar, pero no puedo engañarme a mi mismo. Me gustaría poder ser fuerte y decir que no temo a la muerte, la tortura o el secuestro, pero de hecho estoy muy temeroso y siento que esta situación prueba los límites de mi existencia. Hoy, temo que mi destino será como el de Vladimir Herzog. Pero debe continuar trabajando por el bien de las comunidades por las cuales siempre he luchado.