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1 de agosto de 2017 Blog Por

El Padre Melo que yo conozco

“Creo que la presencia de los actores políticos que vimos ayer (el miércoles) en la marcha, con la presencia del padre Melo como un agitador”, señaló  (Julieta) Castellanos.

Amplió que “nosotros estamos viendo que esto se está vinculando al tema político partidario y entendemos que algunos diputados que estuvieron en la sesión del Congreso Nacional en el departamento de Lempira, hace dos semanas, el expresidente Manuel Zelaya estuvo expresando un tipo de opiniones, donde se visualiza que el interés es que se prolongue el conflicto en la Universidad hasta cerca de las elecciones del 26 de noviembre”.

“Es la misma estrategia del 2009”, indicó Castellanos, rememorando la crisis política que sacudió el país tras el intento del entonces presidente Manuel Zelaya, de instalar una urna («Julieta Castellanos: Actores de la cuarta urna buscan desestabilizar la UNAH», publicado en La Tribuna, 21 de julio del 2017).

 

¿Sabe usted doña Julieta Castellanos quién es el Padre Melo? Sabe usted quién es el hombre al que esta acusando, tiene alguna idea de cómo vive, con quiénes vive. ¿Sabe lo que come, con quiénes anda. ¿Sabe usted quién es el padre Melo? Permítame algunos detalles para que se informe y para que sepa a lo que se atiene si, por la ligereza de su boca, al padre Melo le sucede algo.

Cuando era niño en un barrio de aquel pueblo que se llama Tocoa mis esperanzas eran mínimas y, como yo, las de muchos niños y niñas igual. El sacrificio de nuestros padres nos llevó hasta el sexto grado, hasta donde les fue posible, y de ahí para adelante no había más pues: el Estado no asegura educación gratuita para nadie. Sin embargo, por esos mismos años, apareció en Tocoa el padre Melo, más joven que ahora pero igual de luchador y sembrador de esperanzas. ¿Y sabe qué hizo, señora Julieta? Nos abrió las puertas de un colegio y nos dio educación. Sí, así como lo lee, nos dio EDUACIÓN, no como usted, señora Julieta, que expulsa, criminaliza, persigue y calumnia a los jóvenes que luchan por una educación pública de calidad y como derecho. No como usted que —en su ambición particula— le roba la esperanza al pueblo hondureño, entrega la autonomía universitaria y somete la academia al continuismo político partidista.

Cuando me hice adolecente y quise dar mi opinión en algún tema asumiendo la de él me vapuleó; me dijo que yo no sería nunca nadie si solo repetía lo que escuchaba, que debía construir mi propio pensamiento. Y me puso libros, me hizo escuchar y ver, cuando era posible, las noticias, leer periódicos, hablar con las personas, asumir las posiciones de quienes opinaban contrario a mí y después —sí, léalo bien, doña Julieta— sólo después dar una opinión. «Eso sí», me insistió, «asegúrate de nunca, pero nunca, faltar al respeto y violentar la dignidad que como seres humanos e hijos de Dios todos y todas tenemos».

Usted en cambio, doña Julieta, tiene la mala costumbre de no escuchar, de mandar a callar y de tener gente a su alrededor que solo sirven como repetidores, como creo lo es usted, para promover este modelo de sociedad que usted está interesada en que se instale. En vez de libros, a los estudiantes les manda policías militares con sus gas pimienta; en vez de diálogos, manda represión y, lejos de promover un pensamiento crítico, impone su criterio y calumnia a quienes no están de acuerdo con su forma de proceder, como lo está haciendo ahora con Melo.

En tiempos de violencia, crimen organizado, drogas y dinero fácil, el Padre Melo me enseñó a mantener mi dignidad intacta. Me insistió mucho en aquello de que de la limpieza del corazón habla la boca. Que yo debía actuar con transparencia, coherente entre el pensar y el hacer. Que debía optar siempre por la justicia y confiar en la justicia del Estado pues, me insistía, en definitiva somos fuertes en la medida que fortalecemos el Estado de Derecho. Que la violencia jamás es una opción y que la salida a cualquier conflicto siempre sería el diálogo. Que es precisamente esa capacidad de dialogar lo que nos hace diferentes de cualquier otra criatura (animal) en la faz de la tierra. Por eso, cuando usted, doña Julieta, señala a Melo como agitador, como violento, como anarquista, como enemigo de la paz, yo le aseguro que no hay más grande calumnia de su parte que esa. Melo ama este país más que usted, es más democrático que usted, es abismalmente más pacifista que usted y —créamelo pero de verdad créamelo— Melo no tiene sangre ajena derramada que le salpique la conciencia, ¿y usted, doña Julieta?

En el trabajo me enseñó a hacer valer mi dignidad y la dignidad de los demás. A respetar la opinión de los y las otras y tomarlas en cuanta, no solo oírlas. Me dijo que era preferible morirse de hambre que vender la conciencia. Que en la sociedad me enseñarían a ponerle precio a todo pero que yo debía saber, que lo humano y lo digno no se vende, se comparte y se multiplica. Que era preferible vivir en austeridad y al margen del mundo, que millonario, como dueño del mundo, pero sin dignidad. Me dijo que hay que dar lo justo a cada uno/a y que callar no es opción aunque eso signifique la prisión. Me dijo que mi más grande aprendizaje de la vida estaba en saber vivir para los demás, con los demás y por los demás… me enseñó que uno se forma para servir a los otros/as, que las alianzas se hacen para dignificar a todos los seres humanos, como hermanos, y no con el poder o con el dinero. Eso, doña Julieta, estoy seguro de usted no sabe lo que significa, y la universidad que hoy abandera, y la sociedad que consolida jamás podrán formar en esa dimensión.

Quiero que sepa, doña Julieta, que usted sobreexpuso a una persona intachable de manera absurda. Que ahora Melo, gracias a su palabra falsa, es presa fácil de los fascistas, de los que odian a los que piensan distinto, de los poderes ocultos como los que asesinan en total impunidad en este país, del gobierno del cual ustedes parte y que se caracteriza por tener operadores de justicia que se coluden con violadores de derechos humanos. Usted ofende una vida de servicio hacia el pueblo entero y solidaridad con su palabrería barata por mantener una cuota de poder la cual a demostrado ser incapaz de sostener.

Quiero que sepa —y que lo tenga presente— que para mí usted, doña Julieta, es y será la única responsable de cualquier agresión que se materialice en la vida y los derechos del Padre Melo. Que el Padre Melo no está solo. Que algunos cuantos, que le conocemos desde siempre, estamos dispuestos a acompañarlo hasta el final en cualquier acción jurídica reivindicativa que él quiera promover contra usted, y que seremos la voz que denuncie ante el mundo la farsa de su palabra y el veneno de sus ambiciones. Quiero que lo sepa usted y que lo sepa el gobierno que representa que no nos vamos a cansar de denunciar su mala fe y de defender a Melo de usted y cuantos quieran imponer su bestialidad ante la fuerza de la palabra.

Créamelo, doña Julieta: pese a todas sus equivocaciones, y los daños causados, aún le queda tiempo de retirarse con algo de humanidad. Es más que obvio que usted es non-grata en la universidad y en cualquier espacio de participación popular pública que haya en Honduras…