3 de marzo de 2017 Blog Por

El día que el mundo perdió a Berta

**Blog publicado originalmente Polis.mx

Hace exactamente un año, la lideresa indígena Berta Cáceres fue asesinada en Honduras. Y en México. Y en Argentina. Y en Camboya, Guinea, Colombia, Irlanda e India. Berta fue asesinada en todos lados. El mundo perdió a una mujer que lo defendía. Su muerte fue tan global como su lucha y como los intereses que se vieron amenazados por su liderazgo.

Hace un año, Filipinas perdió a Berta.

Las personas defensoras de los derechos humanos ambientales son las más perseguidas, amenazadas y atacadas del mundo. Global Witness señala que al menos 185 activistas ambientales fueron asesinados a nivel mundial durante el 2015. La mayoría de ellos se oponían a megaproyectos motivados, no por la búsqueda de un mejor nivel de vida de la población, sino por el acaparamiento de recursos bajo la aquiescencia de estados con instituciones débiles, poca o nula independencia judicial, corrupción normalizada y profunda polarización.

Hace un año, Etiopía perdió a Berta.

La labor de personas defensoras como Berta Cáceres y los miembros del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH) no se guía por las fronteras y banderas de los estados que habitan, sino por aquello que perdurará con o sin ellos. La defensa de la tierra es una lucha por restablecer el tejido social que pareciera que nos ha sido negado por los kilómetros y las casetas migratorias.

Hace un año, el Pueblo Maya Peninsular perdió a Berta.

El caso de Berta es uno entre muchos otros, pero ha logrado desafinar en el coro mundial para alertar sobre lo que muchas otras personas han padecido o se encuentran enfrentando por defender lo urgente. Los países donde se realizan la explotación de recursos y los países de donde provienen las empresas que realizan esa explotación –muchas veces apoyadas por grupos armados a su servicio- han permitido este inventario de historias en cada uno de los continentes.

Hace un año, Finlandia perdió a Berta.

DESA, la empresa vinculada al asesinato, continúa en operaciones en Honduras. Los miembros del COPINH continúan siendo amenazados y agredidos por continuar su labor. Para muchos fuera de ese país centroamericano, el sofá parece ser inmune a lo que ocurre en Intibucá. Pero Berta no fue asesinada por defender un pedazo de Honduras, sino por defender una esquina del mundo que hoy nos urge preservar, lleguemos a pisarla algún día o no.

Hace un año, Rusia, Ecuador, Sudáfrica y Rumania perdieron a Berta. Cuando asesinan a una persona defensora del medio ambiente, el mundo es aquél sitio que defendía: un río, una montaña, un lago, una selva, una sabana, una pradera, una isla o un cenote. Y a pesar de la escalada de riesgo en su contra, continúan luchando.