Carlos Beristain, sobre Ayotzinapa: “Lo que los familiares necesitan es la verdad”
Carlos Beristain es callado y cuando habla, su voz es tranquila y su gesto calmo. Comenzó su periplo en el mundo de los derechos humanos además de en su tierra natal, el País Vasco, como médico, trabajando con víctimas de la tortura y de casos de desaparecidos en medio del conflicto armado en El Salvador y Guatemala. Hoy por hoy es un referente en el trabajo con las víctimas de todo tipo de violencia, en países de distintas partes del mundo. “Tuve que reinventarme. Un día crucé la frontera salvadoreña, con una maleta llena de libros que hablaban sobre la tortura, y después tuve que escribir un informe sobre personas desaparecidas, gente que físicamente no está pero cuya ausencia había dejado heridas en otras muchas. Tratando estas heridas me di cuenta de que era precisamente a eso a lo que me quería dedicar”.
Formó parte del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que fue creado para dar asistencia técnica a las investigaciones sobre la desaparición forzada de 43 estudiantes en Ayotzinapa, en México. “A mi me contactaron a finales de diciembre desde la Comisión para ver si estaría dispuesto para participar en el grupo. Yo dije que sí, sin saber quiénes eran los otros miembros del grupo”, nos explica Carlos. “Es un mecanismo novedoso, es la primera vez que se crea un grupo de estas características. Un grupo interdisciplinario con un mandato amplio, no solamente sobre la investigación, sino también sobre la búsqueda, la atención a las víctimas, etcétera”.
Mientras contesta las preguntas con paciencia, desde su casa en el norte de España, Carlos pasea la memoria sobre su año de trabajo como integrante del GIEI, recordando la experiencia vivida, los momentos que cada uno de los períodos le han dejado y cómo la gente ha respondido ante este grupo de investigadores. Así, el día en el que el GIEI anunciaba el término de su trabajo, fueron muchos los que les pidieron que no se fueran, que continuaran. “Ese ‘no se vayan’ nos lo han dicho los familiares: ‘ustedes no se pueden ir hasta que quede esto aclarado’, nos lo ha venido diciendo mucha gente con la que nos hemos reunido y era como la expresión de muchos gritos en silencio que escuchamos durante todo este tiempo”.
Desde sus 27 años de experiencia trabajando en atención a víctimas de violaciones de derechos humanos, Carlos pone un especial hincapié en las necesidades de los familiares de los 43 estudiantes desaparecidos. “Lo que los familiares necesitan es la verdad. Lo que nos dicen cuando nosotros llegamos el primer día a la escuela, en la primera reunión, es: ‘dígannos siempre la verdad, eso es lo más importante para nosotros’. Necesitan comunicación directa, que no se les mienta, que no se les diga una cosa y luego sea otra, que se les informe antes a ellos de cualquier elemento relevante para la investigación o que tenga que ver con el paradero de sus hijos, que se les explique antes a ellos de que se filtre la información a través de los medios, y eso es una cuestión clave para poder hacer una investigación. No se puede hacer una investigación sin tener en cuenta las víctimas y estos dos elementos deben ir de la mano”.
El GIEI salió hace meses de México pero antes expusieron una serie de obstáculos esperando que, al hacerlo, se pudieran superar y avanzar de esta manera en la investigación. Pero han pasado dos años desde los sucesos ocurridos en Ayotzinapa y aún quedan muchos interrogantes en el aire, que el Estado sigue sin responder.
Este artículo está sacado de extractos de una entrevista llevada a cabo a Carlos Beristain a principios del 2016, pocas semanas después de que el GIEI anunciara el fin de su trabajo en México. Para leer la entrevista completa, cliquea aquí.